ACEITE DE OLIVA Y SALUD

Aceite de oliva y salud

El aceite de oliva se compone en su mayoría por grasas que le confieren un carácter energético, al igual otros aceites proporciona 9 Kcal/gr. El aceite de oliva es una fuente de ácidos grasos esenciales linoleico [18:2(9, 12)] y linolénico [18:3(9, 12, 15)]. En el caso de ingerir 50 g/día de aceite de oliva en una dieta de 2.000 Kcal, cubriríamos, si no totalmente, una buena parte de las necesidades de estos dos ácidos grasos esenciales (Serrano Morago y Lezcano Martín, 2005, citados en González Moreno y Valderrama Rodríguez, 2014).

En relación a la salud cardiovascular, numerosos estudios de casos y controles han demostrado una asociación inversa entre el aceite de oliva y el infarto de miocardio. Los estudios epidemiológicos han confirmado que el aceite de oliva se relaciona con una disminución del riesgo de padecer enfermedades crónicas como las enfermedades cardiovasculares (ECV) (Lou-Bonafonte et al., 2012).

De igual modo, el consumo de aceite de oliva influye en el envejecimiento ya que los ácidos grasos insaturados actúan como protectores de en la pérdida de memoria asociada al envejecimiento o la demencia.

El aceite de oliva también puede reducir la mortalidad a través de su efecto beneficioso en el riesgo de sufrir ciertos tipos de cáncer. Estudios epidemiológicos relacionados con el aceite de oliva y el cáncer mostraron que el consumo de aceite de oliva estaba inversamente asociado con el riesgo de padecer cáncer del tracto digestivo superior, cáncer de mama y, posiblemente, colorrectal (Covas et al., 2006). Varios estudios epidemiológicos indican que el consumo habitual de aceite de oliva esta inversamente relacionado con la aparición de cáncer principalmente de pulmón y estómago, pero también de colon, endometrio y ovario (Giacosa et al., 1993) aunque las evidencias son limitadas debido al escaso número de estudios, los resultados son indicativos de los posibles efectos (González Moreno y Valderrama Rodríguez, 2014).