MEDIOAMBIENTE Y OLIVAR

Medioambiente y olivar

Diversos estudios científicos han demostrado que el cultivo del olivo tiene efectos positivos sobre el medio ambiente y la adopción de prácticas agronómicas adecuadas puede aumentar la capacidad de fijación de CO2 de la atmósfera en las estructuras vegetativas permanentes (biomasa) y en el suelo.

Los cultivos leñosos como el olivo son particularmente eficaces en comparación con otros cultivos anuales para la captura de CO2 de la atmósfera y almacenarlo como carbono en la materia orgánica. Además, el olivo se puede cultivar en zonas con una precipitación inferior a 450 mm, zonas típicas de climas mediterráneos semiáridos que constituyen el límite de la distribución de los bosques y almacenan cantidades de carbono igual o mejor que estos últimos.

En la actualidad existe un consenso científico que nos permite afirmar que el balance de carbono del olivo es favorable y el olivo en realidad tiene un impacto positivo y hace un verdadero “servicio ambiental” a la sociedad. De acuerdo con los estudios publicados hasta la fecha, el proceso de producción de un litro de aceite de oliva emite a la atmósfera hasta 2,5 kg de CO2, pero un olivo puede hacer desaparecer del aire hasta 25 kg de este gas nocivo. De ahí la importancia creciente que está tomando la industria oleícola, no solo por los beneficios saludables que el producto aporta a las personas, sino por la capacidad que tiene su proceso de producción de combatir la contaminación.

El consumidor está cada vez más concienciado de los problemas medioambientales que generan los procesos de producción. Por ello, el impacto ambiental de un producto influye tanto en la decisión de compra como la calidad o el precio. En este sentido, la industria oleícola española tiene la batalla ganada porque consumir aceite de oliva es sinónimo de calidad y concienciación medioambiental.